El Dr. Miguel de la Guardia defiende las alternativas de daño reducido, como el vapeo y el tabaco calentado, frente a las políticas que las equiparan al tabaco de combustión, destacando la necesidad de una regulación basada en evidencia científica y cree «prohibir es siempre el último recurso de los que no saben enseñar».
El Dr. Miguel de la Guardia, Catedrático en Química Analítica de la Universitat de Valencia y destacado investigador con más de 900 trabajos científicos publicados, ha sido una de las voces más influyentes en el análisis del impacto del tabaquismo y las alternativas para reducir su daño en la sociedad. En una reciente entrevista, ofreció su perspectiva sobre el enfoque actual en la lucha contra el tabaquismo, destacando la importancia de las alternativas como el tabaco calentado y los vapeadores.
El problema del tabaquismo y las alternativas de daño reducido
El Dr. De la Guardia no duda en subrayar que el tabaquismo es un problema grave que debe combatirse. Sin embargo, también afirma que el tratamiento legislativo de las alternativas al tabaco de combustión, como los cigarrillos electrónicos y el tabaco calentado, está siendo erróneo. «Lo que mata no es la nicotina, es el humo», señala, refiriéndose al hecho de que la mayoría de los daños asociados con el tabaco provienen de los productos de la combustión, no de la nicotina en sí.
Por eso, para el Dr. De la Guardia, equiparar estas alternativas con el tabaco tradicional es «absurdo». Él argumenta que estudios recientes han demostrado que los productos como los vapeadores y el tabaco calentado representan un riesgo significativamente menor, tanto para los usuarios como para los fumadores pasivos. En comparación con el humo de un cigarrillo convencional, el impacto de estos productos en espacios cerrados es mucho menor, lo que desafía las restricciones que muchos países están impulsando, equiparando todas las formas de consumo de tabaco.
Diferencias clave en la concentración de nicotina y los marcadores de riesgo
Un aspecto que el Dr. De la Guardia destaca es el engaño histórico respecto a la concentración de nicotina en los cigarrillos tradicionales. Mientras que el empaquetado indicaba que un cigarrillo contenía un miligramo de nicotina, la realidad es que la cantidad total de nicotina en cada cigarrillo es mucho mayor. Sin embargo, en el caso del tabaco calentado o los vapeadores, la cantidad de nicotina es más predecible y controlada, con una exposición significativamente menor a las sustancias tóxicas presentes en el humo del tabaco de combustión.
De hecho, sus estudios han encontrado que los usuarios de alternativas de daño reducido, como los vapeadores, muestran una disminución en los marcadores de riesgo en su organismo. Según el Dr. De la Guardia, para los fumadores que han pasado a utilizar estos productos, los marcadores de riesgo llegan a niveles comparables con los de personas que nunca han fumado, aunque señala que puede tardar hasta 12 años en depurar completamente los efectos del tabaco tradicional.
Las regulaciones actuales: ¿están justificadas?
El debate sobre cómo regular el uso de cigarrillos electrónicos y productos de tabaco calentado ha sido intenso en los últimos años, con varios gobiernos europeos, incluida España, impulsando medidas restrictivas. Sin embargo, el Dr. De la Guardia cree que estas políticas no están basadas en la evidencia científica disponible. Para él, es fundamental que las normativas se diseñen a partir de estudios sólidos, que diferencien claramente entre los riesgos del tabaco de combustión y las alternativas de daño reducido.
«Restringir los espacios donde se puede fumar es una medida que puede ser positiva», admite, «pero equiparar el vapeo y el tabaco calentado con el tabaco de combustión es injusto». El catedrático cree que es necesario ofrecer «puertas de salida» a los fumadores que buscan abandonar el cigarrillo tradicional, en lugar de agrupar todas las opciones en una sola categoría de prohibiciones.
Educación y salud pública: el verdadero camino
El Dr. De la Guardia también pone énfasis en la importancia de la educación para evitar que los jóvenes no fumadores caigan en el uso de cigarrillos electrónicos o productos similares. Aplaude los esfuerzos por reducir el uso de estos dispositivos entre la juventud, pero advierte que no se debe ignorar la necesidad de proporcionar alternativas efectivas para los fumadores adultos. Según él, es un error tratar a los fumadores como «apestados» en lugar de ofrecerles vías efectivas para dejar de fumar.
Este artículo refleja la posición del Dr. De la Guardia sobre el tabaquismo y la regulación de las alternativas de daño reducido, resaltando la importancia de una legislación basada en datos científicos y en el respeto hacia aquellos que buscan abandonar el cigarrillo tradicional.
Fuentes: El Huffpost
Estudio sobre el Vapeador pasivo realizado en la Universidad de Valencias por el DR. Miguel De La Guarda