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La Plataforma para la reducción del daño al tabaquismo rebate el informe del Ministerio de Sanidad

Médicos y científicos de España y el mundo hacen un contrainforme con más de 100 páginas con evidencia científica frente a las 38 presentadas por el Ministerio de Sanidad Español.

El 16 de noviembre, el Ministerio de Sanidad lanzó un estudio sobre el cigarrillo electrónico titulado Informe sobre los cigarrillos electrónicos: situación actual, evidencia disponible y regulación 2020. El documento advierte de una serie de riesgos de estos productos, cuestiona la ciencia en torno a la eficacia de los cigarrillos electrónicos y alerta de que el consumo de nicotina produce de cáncer.

En este contexto, la Plataforma ha analizado de forma pormenorizada el informe presentado por el Ministerio de Sanidad y ha elaborado un documento que rebate algunas de las afirmaciones realizadas por el propio Ministerio.

A continuación recogemos las principales conclusiones.

Los cigarrillos electrónicos, basándonos en la evidencia y tras 15 años en el mercado con millones de consumidores, no han demostrado ser dañinos para los fumadores y existe evidencia de lo contrario.
A corto plazo no se han encontrado daños significativos o graves en las vías respiratorias, ni en fumadores ni en no fumadores, cuando el producto cumple estándares de calidad y seguridad y se utiliza de forma correcta y sin manipularlo.

La mal llamada enfermedad EVALI es consecuencia de productos manipulados con acetato de vitamina E del mercado ilegal de productos de marihuana y no tiene absolutamente nada que ver con el mercado regulado de productos de nicotina.

El aerosol del cigarrillo electrónico, al igual que multitud de otras sustancias a las que el ser humano se expone habitualmente, contiene sustancias tóxicas y carcinogénicas a niveles muy por debajo de los límites máximos establecidos por las agencias reguladoras, por ejemplo, para la calidad del aire. También es menos tóxico y carcinogénico que el humo del tabaco, tanto para usuarios, como para vapeadores pasivos.

A las dosis que se encuentran estas sustancias en el vapor, no se ha demostrado su capacidad carcinogénica en usuarios ni en individuos expuestos a su aerosol. La inmensa mayoría de vapeadores eran previamente fumadores, por lo que es prácticamente imposible establecer criterio alguno para ello en estudios sobre humanos y, por lo tanto, esa cuestión se deberá resolver con datos poblacionales futuros.

El concepto de la reducción del daño por tabaquismo responde a estrategias de salud pública urgentes y perfectamente justificadas. El tabaquismo mata a una persona cada seis segundos, 50.000 muertos al año en España.

El cigarrillo electrónico es un producto de consumo. No es un medicamento. La pérdida de adaptabilidad al usuario si se convirtiera en un medicamento probablemente lo haría mucho menos efectivo.

Existe una gran urgencia de que los facultativos se informen correctamente, sin ideas preconcebidas ni sesgos, sobre la realidad de la evidencia científica del cigarrillo electrónico y del potencial de la reducción del daño por tabaquismo como herramienta de salud pública (no como tratamiento). Los facultativos recomiendan conductas beneficiosas para las personas constantemente.

El consumo habitual de cigarrillos electrónicos se da entre jóvenes que eran previamente fumadores. Las tasas más altas de uso habitual entre jóvenes, tanto fumadores como no fumadores, corresponden a un porcentaje mínimo de la población.

Se debe vigilar intensamente el acceso de menores y/o no fumadores al producto, pero no por ello debemos apartar a los fumadores adultos de herramientas que pueden alejarles del tabaquismo y, por tanto, salvarles la vida.

Existe una potente evidencia de que el cigarrillo electrónico ayuda a dejar de fumar.

Analizando la evolución de las estadísticas de tabaquismo en Reino Unido y la totalidad de la evidencia científica sobre el cigarrillo electrónico, únicamente centrándonos en los datos, con rigor y sin argumentos emocionales, concluimos que el cigarrillo electrónico, correctamente regulado desde un enfoque de reducción del daño por tabaquismo, podría ser una herramienta muy beneficiosa de cara a afrontar la mayor causa de muerte evitable. Los datos expuestos en este informe, por sí solos, son motivo más que suficiente para abrir un debate público, serio y sin hostilidades, sobre esta estrategia.

La Plataforma para la Reducción del Daño por Tabaquismo es una iniciativa formada por médicos, catedráticos, sanitarios y científicos independientes comprometidos con la salud pública que no recibe financiación de la industria tabaquera ni del cigarrillo electrónico.

Fernando Fernández Bueno, cirujano oncológico del Hospital Gómez Ulla de Madrid y portavoz de la Plataforma para la Reducción del Daño por Tabaquismo.
Josep María Torrell, jefe del Servicio de Medicina Preventiva y de la Unidad de Tabaquismo del Hospital Universitari de Bellvitge.
Fernando Caudevilla, médico de Familia experto en Drogodependencias.
Antonio Sierra, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de La Laguna (ULL).

Puedes leer el informe completo, aquí.

Fuente Articulo original

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